Tras el éxito cosechado en Mauro, en el año 1997 Mariano García trata de desarrollar las máximas excelencias de la Tinta de Toro erigiendo Maurodos. Con la incorporación de sus hijos, Eduardo -tras una importante formación internacional en el área enológica- y Alberto -quien domina las facetas comerciales y de marketing-, la bodega se gana un prestigio internacional que la sitúa como una de los principales embajadores españoles en el extranjero.